Durante la Edad Media un gran califa vivía en Córdoba. Su reino se llamaba al-Ándalus y se extendía por la mitad de la península Ibérica. Muchos cortesanos le servían, pero uno sobresalía entre otros: un guerrero al que llamaban Almazor, que significa "el victorioso", porque nunca había perdido una batalla. Los musulmanes lo consideraban un héroe y los cristianos un demonio.